El día de los muertos en Oaxaca.
- David Villanueva
- 10 nov 2016
- 2 Min. de lectura
En Oaxaca más que decir “El día de los muertos”, lo ideal sería decir “La semana de los muertos”. Ya que en realidad desde ocho días antes de la fecha tradicional, la ciudad se pone de fiesta con la venta de los artículos y alimentos que serán colocados en los altares levantados en los hogares, plazas y cementerios. Desde muy temprano, los mercados se instalan y se visten de olores y colores característicos y es entonces cuando, los oaxaqueños, verdaderamente dan inicio esta bella tradición.
Los antiguos oriundos de esta región creían que el alma del difunto hacía acto de presencia en la casa que había habitado en vida. Los familiares, para recibirlos dignamente, ponían al alcance de ellos una serie de ofrendas que consistían principalmente de comida. Actualmente, estas creencias son motivo para que el pueblo oaxaqueño ejerza sus ancestrales costumbres, ya sea orando por sus familiares pasados, yendo a los cementerios para adornar las tumbas, o lo que conocemos como los tradicionales altares de muertos.
Hoy en día, la celebración del día de muertos en Oaxaca es una ceremonia muy arraigada, que invoca a los espíritus de los ancestros para invitarlos a “convivir” en el mundo terrenal. Después de que alma visita el hogar y se ha deleitado con el aroma de las ofrendas, éstas se llevan a los cementerios para que, al pie de las tumbas, sean repartidas y disfrutadas con familiares y amigos. Algunos de los pueblos encienden fogatas en cada esquina de las calles para guiar a las almas por el camino seguro y desde la calle se hacen caminos con pétalos de cempasúchitl, para conducir el alma hasta el altar que se ha hecho en su memoria. También son comunes los luminosos desfiles con muñecos de tela enormes y los intensos bailes de jóvenes disfrazados de diablos y muertos, burros llevado ataúdes, brujas, naguales y todo al son de bandas de música, mezcal y gozo.
El Día de Muertos es de murmullos y pensamientos. Las pláticas íntimas que los habitantes establecen con sus muertos, fumando un poco o tomando un trago de mezcal frente a las ofrendas de luces matizadas por el viento, conforman el mágico momento donde es posible compartir, vivir y experimentar la gran fiesta en la que convergen la vida y la muerte.
Está claro que ninguna población de México es indiferente a esta arraigada tradición; Mística, social, tradicional, llena de sentimientos e inigualable. La ofrenda a los muertos, es un reflejo fiel de nuestras creencias y de alguna forma fortalece los vínculos familiares evocando la memoria de los seres queridos. Por todo lo anterior, “El Día de Muertos” representa una mezcla de costumbres, tradición, culto, fiesta, magia e historia en Oaxaca. Es un majestuoso espectáculo del ingenio y el esmero de los familiares y de toda esta expresión de amor a los que ya se fueron.
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