MERCADO DOMINGUERO DE TLACOLULA
- David Villanueva
- 11 nov 2016
- 1 Min. de lectura
Ya lo dijo Pablo Neruda al referirse a los mercados mexicanos: “Son los más hermosos del mundo”; y entre los más disfrutables están los oaxaqueños. ¿Qué tienen de especial? México desconocido estuvo en Tlacolula e hizo de un domingo cualquiera, una experiencia sensorial.
Como bomba de luces y colores, el tianguis del domingo salpica a todos con chorros de fragancias intensas, exalta la gula con “pecados” que hierven en cazos, que se asan al comal, que se salen de los huacales y luego se parten con las manos para prontamente paladear.
De muchos pueblos de los valles centrales de Oaxaca llegan los indígenas, principalmente, a vender y a comprar a Tlacolula el domingo, y a deslumbrar las mujeres con el colorido de su ropa. Para el experto no es difícil saber su procedencia, basta ver las prendas que portan: mascadas solferino, rebozos amarillos, blusas floreadas, faldas de lana, fajas rojas, enredos grises…
Inagotable, invaluable e inolvidable es el mercado dominguero de Tlacolula, resumen perfecto del centro de ese estado, Oaxaca, que casi es un país.
No hay encuentro más colorido ni más antiguo ni más sabroso que el del florido tianguis. Es una gran algarabía pública, fiesta indígena en origen, en esencia. Y a esta fiesta todos estamos invitados, cualquier domingo del año.
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