El maguey: la leyenda
- David Villanueva
- 10 nov 2016
- 2 Min. de lectura

Una vez que el mundo fue creado y los dioses entregaron a los hombres toda clase de frutos y los procedimientos para cosecharlos, se dieron cuenta que no sería suficiente. Que hacía falta algo que les provocara alegría, que despertara sus pasiones.
Ehécatl- Quetzalcóatl (El Señor de los vientos y Serpiente Emplumada), recordó entonces a Mayahuel (Fuente Sagrada), una hermosa e inteligente diosa agrícola quien se dispuso consultar para encontrar una solución.
Mayahuel era además, parte de un selecto grupo de vírgenes custodiadas por la abuela Tzitzímitl, (Demonio celestial de la Oscuridad que intenta impedir que salga el sol), quien tenía prohibido a ella y sus hermanas salir sin su permiso, a riesgo de perder la vida como castigo al desobedecerla.
Ehécatl llegó cuando todas dormían y despertó a la bella Mayahuel sin hacer ruido. Le explico en sigilo los motivos de su visita y la convención de acompañarla al mundo para hacer felices a los hombres.
Al llegar a La Tierra, justo en el instante en que ambos tocaron el suelo, se convirtieron en un grande y poderoso árbol con dos ramas. La correspondiente a Ehécatl de nombre Quetzalhuéxotl (Sauce Precioso). La de Mayahuel Xochicuáhuitl (Árbol florido).
Sin embargo, cuando la abuela Tzitzímitl despertó y no vio a Mayáhuel, llamó a las otras vírgenes, para que bajaran a la tierra y le ayudaran a buscar a su nieta.
Encontraron al Árbol. Cuando la abuela, descubrió a su nieta como una rama, el Quetzalhuéxotl- Xochicuáhuitl se rompió y la anciana con sus artes mágicas devolovió a Mayahuel su aspecto original. Llena de ira, la despedazó y repartió a sus hermanas para que la devoraran.Sin embargo, la rama en que se había convertido Quetzacóatl permaneció intacta. Cuando se alejaron, Ehécatl- Quetzacóatl, afligido, recogió los restos de la joven virgen y los enterró en los campos cercanos.
De ellos, brotó con el tiempo, una hermosa planta de grandes y puntiagudas hojas: el maguey, de la cual, al rasparse su tronco fluye un dulce líquido el cual al fermentarse se convierte en octli (pulque).
Así fue como, aunque de manera trágica; la misión de ambos dioses fue cumplida. Despertar la alegría de los hombres.
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